Llegué a Silvia cuando había pasado ya más de un año de dar a luz a mi segundo hijo y estaba muy a disgusto con mi cuerpo y conmigo misma a nivel emocional. Lo que empezó siendo un objetivo simplemente estético se ha convertido en un estilo de vida, en una forma de relacionarme con la alimentación que nunca antes me había planteado, olvidarme de las dietas recurrentes para simplemente comer teniendo la información necesaria para saber tomar las decisiones correctas. Y todo esto me lo enseñó Silvia. Nunca he pasado hambre, nunca me ha parecido una penitencia ni una renuncia y, lo mejor, es que siempre se ha adaptado a las necesidades de cada momento de mi vida. Me ha enseñado a ser benévola conmigo misma, y a volver a empezar siempre que ha sido necesario.